“No hay mal que por bien no venga”, frase tan gastada que pierde la hermosura de su sentido. Lagrimas que se secan con manos nuevas que golpean puertas que si existían, hasta hoy estaban cerradas. Proyectos que se avecinan y panicos que florecen al ver tus recelos a los cambios. No hablemos de nada, las palabras no tienen significados cuando solo ves sonrisas mudas, miradas sin caras y abrazos sin realidades a su alrededor. Barriste y arrasaste con las guerras que invadían mi mundo y ocupaste mi cabeza de armonias que todavía no tienen explicación alguna. No lo sabes, no podes -¿o no queres?- verlo, pero personalmente, no puedo dejarlo pasar, si causaste una aglomeración de sentimientos por doquier aunque sigas sin enterarte. Gracias, gracias por ser “el bien, que por mal vino” .
miércoles, 17 de noviembre de 2010
Do you hear me?
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